agosto 11, 2019

La Flor de la Montaña.-

(Por Cristián Warnken)




En Chile el desierto avanza, pero también florece. Eso explica que vivamos en una eterna contradicción: por una parte, pareciera que el país se secara entre tanta estupidez y falta de espíritu. Pero a veces cerca del mar o la montaña, en algún rincón de esta finis terrae, volvemos a entender el sentido de habitar aquí, el gesto desesperado y extremo de nuestros antepasados inmigrantes que apostaron por buscar otro oro que el que frenéticamente buscaban con "conquistadores torvos" ¿Qué es lo que tenía tanta importancia en esa capitanía rústica y pobre, "erial remoto y presuntuoso", como para quedarse aquí para siempre?


El verdadero tesoro está escondido entre cuatro nubes, y no es ni el cobre ni el prodigioso vino emergente, ni la fruta del valle central. El verdadero tesoro por el que vale la pena dar la vida y quedarse aquí para siempre es una hierba que crece de noche, lejos del sonido y la furia, una flor silvestre que crece en la montaña, cerca del viento, tan frágil. No se vende en los mercados, no se exporta, es "única en el fulgor de su dulzura / es dócil al sol, es rebelde a la cizaña". Esa flor olvidada y solitaria debiera estar en nuestro emblema patrio, por que habla tanto o más que el huemul o el cóndor.


  Esta flor es la imagen del trasfondo de gratitud, poesía y sencillez que  todavía pereciste en el Chile profundo. Es posible encontrarla en la provincia en el ojal de algunas personas humildes, o en los patios de las últimas casas, y siempre las verás en las animitas cercas de las carreteras. Estoy seguro que todos los grandes poetas de Chile conocieron en su infancia, la vieron, la amaron, la llevaron siempre adentro, les creció entre sus versos, como crecen ciertas flores entre las grietas.

El prodigioso milagro de la poesía en Chile, país inculto, solo se explica por el cultivo silencioso de este fondo de dulzura ancestral, flor del abismo y la altura




Warnken, C (2008). 
La flor de la montaña. 
En "Aún no se ha dicho todo"
Santiago, El Mercurio
(fragmento)


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