Caminando de regreso a casa me encontré con una niña que llevaba lentes más grandes que los míos, con sus rodillas dobladas y una de sus manos con cierto grado de espasticidad, igual que yo. Me miraba viniendo en mi dirección imitando todos mis movimientos y posturas, era verme al espejo pero con sus movimientos opuestos a los míos.
Me detuve y ella se detuvo, yo levanto mi mano derecha y ella levanta también su mano derecha. Inclino mi cabeza hacia mi costado izquierdo, ella inclinó la suya en la misma dirección. Sentí algo de susto, pero no terror puesto que no era mi reflejo, lo que si me extraño fue que nadie parecía verla, más que yo. Pasaban casi por encima de ella y no parecía importarle otra cosa que no fue imitarme. Avancé un paso con el pie derecho, ella hizo lo mismo y con el mismo pie, luego el otro; siempre yo primero y después ella hasta estar frente a frente y algo ocurrió.
Me detuve y ella se detuvo, yo levanto mi mano derecha y ella levanta también su mano derecha. Inclino mi cabeza hacia mi costado izquierdo, ella inclinó la suya en la misma dirección. Sentí algo de susto, pero no terror puesto que no era mi reflejo, lo que si me extraño fue que nadie parecía verla, más que yo. Pasaban casi por encima de ella y no parecía importarle otra cosa que no fue imitarme. Avancé un paso con el pie derecho, ella hizo lo mismo y con el mismo pie, luego el otro; siempre yo primero y después ella hasta estar frente a frente y algo ocurrió.
Estando de frente con las puntas de mis zapatos topando con los de ella no me pude mover a mi voluntad. Comprobé así que ella fui yo de niña, su cabeza me llegaba al estómago, yo mirando hacia abajo a sus ojos café oscuros, y ella hacia arriba vendo los mismos, ambas con los brazos abajo. De pronto fue ella quien tomó el control de movimientos; ahora era yo quien la imitaba: levantó su mano derecha a centímetros de mis costillas del lado izquierdo con la palma hacia mí, segundos después mi mano a centímetros del costado izquierdo de su cabeza. Colocó su rostro de frente (mirando a mi estómago) obligándome a realizar lo mismo (mirando yo de frente un viejo edificio metálico). Quería bajar mi cabeza para poder mirarla, pero fue inútil. Tuve miedo. Los próximos segundos pasaron fugaces.
La niña estiró su brazo entrando en mi cuerpo provocando que yo estire también mi brazo mientras sentía que hervía mi cuerpo. Ella dio un paso al frente. Yo la imité. Sentía que atravesaba una línea... Al otro lado se me doblaron las piernas, pero algo me sostuvo, o más bien alguien que no reconocí, sin embargo sentía muy cercano... Me sonrió y me dijo "Bienvenida". De la niña nunca más supe, quizás también la recibieron...
por Alengüei Kayun
No hay comentarios:
Publicar un comentario