diciembre 13, 2019

Internado Cap. X

 Delirio de un Diciembre






        Diciembre, 197



 Esa noche no durmió, lo supo por que cuando sonó el despertador estaba viendo como se distorsionaban las sombras en las cortinas azules que aún no brillaban por la luz del día. Santiago despertaba y ella antes que él. No se quiso levantar, se quedó pensando en cómo iba hacer el día. No iba a ser igual que los anteriores, estaba por ver a alguien luego de un año y algo. Se abrió la puerta de un solo golpe, sino hubiese sido que no durmió, el ruido la hubiera asustado.

A las ocho y cuarto llegó a su despacho emocionada. Las horas iban pasando. Ya eran las diez de la mañana: faltaba menos. Las once quince: ¡cafecito coleguita por favor! Doce cuarenta y cinco: ¡Al fin un segundito para ella! aquí escribió la siguiente:


Mi querido Miguel, en estas fechas quiero darle las gracias por todo aquello que me… y otras cosas que se me olvidar 

Doce treinta y dos y ya de vuelta a la oficina, faltando media hora... ¡que es media hora cuando vas a ver a alguien que esperabas ver durante meses! La una de la tarde: ¡fin del trabajo! Miró la hora, el reloj marcaba las trece doce, aún estaba bien. Ya una vez en la estación de trenes las trece treinta y ocho, Minerva levantó la vista y se percato que se había pasado dos estaciones, así se bajo del vagón. Trece cuarenta y ocho, aún había tiempo cuando se volvió a embarcar. El estomago se le hacía nudo a causa de quien iba a ver. Una cincuenta y cinco de la tarde llegando a destino, aún con cinco minutos de sobra se puso a escribir la siguiente:


Diciembre, 27Miguel, estoy muy nerviosa, creo que no lograré calmarme del todo a menosque consiga tener mi mente ocupada en otra cosa, así que escribiré hasta que llegue el momento preciso. Sólo espero que al verlo no me rete y sea buenito conmigo pese a que… Bueno usted sabe...
Con cariño, su Minerva

Dos cinco, dos once, dos veinte. El tiempo pasaba y ella comenzó a moverse de extremo a extremo por toda la estación. Dejó ya de escribir, sentía que ya ni el lápiz lo podía tomar.

"¡Ríndete! Sintió que le dijeron"

— ¡No! – ella contesto al segundo – Va a llegar, tiene que hacerlo

 ¡Ya pues! Ríndete, date cuenta de que te engañas sola. Eso es demasiado triste ¿no crees?


  La conciencia le jugaba un macabro monologo en su interior

— ¡Vasta, no! Va a llegar... tiene que... llegar – al decir esto último el corazón de Minerva sintió que se estrujó y pasó de la ansiedad a la tristeza en cosa de medio segundo

¡Ves! Yo tenía razón, ¡No llegó!...
Esta vez no respondió, sabía que en el fondo que su conciencia tenía algo de razón.... era una probabilidad, guardo silencio.

En esto estaba cuando una mirada se posó sobre ella haciéndole corresponder: el corazón le volvió a latir, era quien ella esperaba. Se acercó

— Hola!

— ¡Miguel!  – contesto  – Miguel  – repito  – mi Miguel  – susurró sin saber si él la había escuchado


Sentía como el corazón le salía por la boca al mirarle y ella también. Él! Que la dejó de ver hace un año.


Estando frente a frente ella se acerco despacio hacia la nariz de él, se la beso, Cesar hizo lo mismo, luego el mentón.. pasó lo mismo. Ella se quedó relajadita sin retroceder, cuando de pronto sintió que los labios del estaban sobre los de ella; el viento comenzó a soplar fuerte mientras una corriente le atravesó el cuerpo.

Así pasaron un buen rato hasta que llegó el momento.

— No quiero que te atrases  – dijo mientras se separaba de ella con ternura

Lo miró a los ojos cuando se iba a levantar, él la tomó y escucho que él decía:

— Antes que te vayas... deja hacer el último regaloneos  – ella accedió encantada, se volvió a sentar acercándose cerrando los ojos.

— No quiero abrir los ojos
— ¿Por qué no?
— Porque así te tendré en mi memoria para siempre

Se quedaron ahí y luego sin abrir los ojos, ella retrocedió, una brisa refresco el momento. Seguramente cuando no la percibió él abrió sus ojos

— ¿Qué pasa?
— Nada, es sólo que quiero conservar este momento para cuando no te vea y de ese modo recordarte

Decía esto al estar sentada del lado derecho, con su mano apoyado junto a donde se sentaba y sin abrir los ojos en ningún momento, se volvió hacia delante

— No puedo creerlo, no eres real.  – sonrió
— Pues.... no, esto no es real - le contestó  – Soy producto de tu imaginación, soy un holograma con imagen y sonido. Estas soñando todo esto mientras viajas en el tren con rumbo a tu destino.

Minerva sonrió; mil pensamientos atravesaron en su mente: se acordó de su maestro, Descartes si hubiera apoyado esa teoría. Miguel igualmente sonrió seguramente habrá pensado que era por lo que él había dicho, pero en todo caso le acariciaba el rostro.

— ¡No!- protesto Minerva como una niña a la que el papá le quitaba un juguete.
— ¡Vamos! Arriba, arriba, ven  – dijo él, ella lo hizo de mala gana. Ya una vez en la estación de trenes Minerva le miró a los ojos.

Si este es un sueño no, no quiero despertar

De pronto sintió como su cuello fue cubierto por los brazos de su acompañante y con él un leve remesón en su cuerpo y luego en su oído escuchó:

Prométeme que el mundo no se te haga grande

— Ahí viene tu tren...
— ¡No! Ya no te veré más

Las puertas se cerraron tras de Minerva, volvió la cabeza y lo vio a través del vidrio. Miguel le hizo una seña de despedida: con la mano derecha a un costado de la frente. El tren partió y ella despertó en la estación final









 por  Alengüei Kayún







diciembre 10, 2019

Internado Cap. IX

La noche Mágica



  Junio  2004


Esa noche llovía copiosamente, el cuarto de las alumnas estaba muy agradable con calefacción ideal para estudiar ya que pronto se aproximaban exámenes del primer semestre y la materia en cuestión era muy difícil así que las 4 compañeras que compartían el cuarto estaban juntas a una mesa redonda de trabajo para organizarse con lo que había que estudiar. Todo iba muy bien, hasta que suena la notificación de un celular.


                      Miguel:
                                     Señorita estoy en mi despacho


Pamela ve la reacción de Minerva que se pone algo nerviosa y sonríe.

— Chicas, me tengo que ir,   – Minerva se pone de pie tomando así sus cosas de la mesa y metiendolas a un pequeño bolso, luego se dirija al baño para arreglarse un poco el cabello y maquillarse un poco los labios

Cuando sale Pamela  vuelve a mirarla, ya sabe a donde va...



A través del pasillo la niña camina con su mochila, se logra escuchar la lluvia por algún que otro ventanal a medida que va andando, son las nueve de la noche y no hay nadie por el corredor, hasta que llega a una puerta. y toca con los nudillos dos veces, y su corazón salta.

Dentro, unos pasos se hacen sentir encima de una alfombra, la puerta se abre y Miguel frente a ella le sonríe invitándola a entrar.

— Hola  –  dice ella algo nerviosa,
— Pase, que bueno verla, ¿Gusta de un café?
—  Si, por favor

Miguel le prepara un exquisito café con unos dulces que había comprado aquella maña en un local árabe.

— ¿Mucho que estudiar señorita?  –  la voz ahora era un poco mas suave, en verdad quería hacerla sentir bien y no asustarla
—  La verdad es que si, – por un minuto Minerva se sintió tranquila – este semestre ha sido muy rápido, es el ultimo año y estoy nerviosa si logre o no pasar.
— Claro que vas a pasar,Minerva, eres muy buena en lo que haces y en lo que te propongas hacer, la vida es muy dura, es cierto, pero tú tienes todo el potencial para seguir adelante

La muchacha lo miraba con sus ojitos muy abiertos y luminosos, realmente  lo amaba y cuando la tuteaba era como si fuese algo maravilloso.

Al ver la mirada de la niña, Miguel se pone en pie y da unos pasos a donde esta ella, se detiene frente a ella extendiéndole la mano para que se levante y cuando ésta de levantó, los brazos de aquel hombre que ella siempre ha querido, ahora la rodeaban muy suave y muy cálidos

— Que el mundo no se te haga grande mi chiquita –  era un suave murmullo el que oia a su lado, como el viento susurrando una caricia.

Ella le correspondió rodeándolo con fuerza, quería inhalar cada centímetro de su piel, a ese aroma tan propio de él.

Estando así ella tiene un impulso, lo mira a los ojos mientras que ahora sus manos van subiendo lentas desde la espalda, de aquel hombre, para llegar a su cuello y así inclinandolo un poco hacia abajo mientras ella empina un poco su nariz levantando los tobillos. y así besarlo muy suavemente mientras que con sus manos desabotona la camisa botón por botón muy hábil y muy despacito para dejar al descubierto aquel suave y blanco pecho desnudo, mientras él con sus manitos toca las suyas acariciándolas suavemente hasta que ella termina su labor y así él luego la abraza guiándola hasta el sofá de  aquel despacho para recostarla enredándola en sus brazos para sentirla más cerquita, toma con sus manos al rostro tierno de aquella joven inocente para llenarla de besos; empezando por los ojitos, las mejillas,la nariz, para aterrizar por fin en su boquita, para él tan dulce, y así se la va comiendo, saboriandola sin dejarla hablar. Mientras que con sus manos acaricia su cuerpo desde el cuello, por la parte de atrás hasta la espalda, pasando por la cintura, su trasero, subiendo por sus caderas y sin dejar de besarla, sube otra ves sus manos por los costados para que esta ves sus dedos rocen su pecho ardiendo, hasta legar a sus dulces senos, acariciándolos y al mismo tiempo desabotonando la camisa para abrir camino a esa boca que viene bajando por su cuello, besa su pecho y se detiene con cierto énfasis en sus senos blancos y muy suaves, para deleitarse con ellos, suponiéndolos y mordiéndolos despacito, para que la muchacha no se asuste, muy suave. Sus manos inquietas buscan aquello, ansiosas de aterrizar, despojándola de todo aquello que la cubre mientras se desliza por todo su cuerpo, sin ningún apuro, como se las horas no existiesen, con su boca llegando hasta su ombligo, saboreando su piel y pasando más abajo sus labios traviesos se posan ahí en ese paraíso provocando travesuras increíbles con su boca y su lengua;  mientras ella respira agitada, temblorosa, mientras él sigue jugando, ahora con una de sus manos, mientras su boca sube dejando a sus manos felices jugando  con su paraíso, mientras él esta que se quema por dentro deseando tenerla, deseando hacerla suya, jadeando, respirando agitado, encontrando su boca con la suya, muy despacio se acomoda para hacerla suya por fin. Miguel la deseaba tanto.


— ¡Al fin te tengo Minerva ! Por fin

Miguel empieza a moverse suave y constante, ella manifiesta placer en su sonrisa picara, mientras que se besan como jugando a pillarse en esos besos lentos y apasionados y mientras él se mueve y se mueve en ella, depronto ésta pide que acelere y ahora es él quien sonríe y con gusto lo hace con ganas, sin cansarse, sin parar, mientras que su boca se vuelve loca la suya , la aceleración se hace latente, los corazones casi quieren estallar, hasta que de pronto todo se vuelve explosión, inhalando un fuerte respiro hacia dentro para asi estallar en mil pedazos y llegado ese momento ambos abren desmesuradamente los ojos de tanto placer quedando exautos y perplejos tendidos en el sofá.











Alengüei Kayún 










diciembre 07, 2019

Internado Cap. VII

 El Novio de Vilma


Madrugada junto a la habitación


—Aló  – susurra una voz tras la ventana – ¿estás? Por favor contéstame

    Minerva leía un libro que le había regalado Miguel hace unos días y estaba en una aventura bajo el mar junto a Julio Verne cuando escuchó unos golpecitos en la ventana.

—Sí, aquí estoy  – contestó sabiendo muy bien de quien se trataba.

—Te eché de menos –  voz baja,  porque sabía que no estaba sola – ¿Cómo estás?

—Bien ¿y tú? – dice mirando de reojo a las camas de sus compañeras

—Bien mi princesita – él guardó unos segundos de silencio y luego continuó – lo leí, me llegó esta mañana con la correspondencia…


El novio de Vilma estaba parado justo en la ventana de la habitación de las chicas, pero ella dormía plácidamente, sin embargo eso no le importa pues  la persona que venía a ver no era ella, sino su amiga. 

Minerva se sentó en la silla giratoria del escritorio y se comenzó a mover de un lado a otro con los ojos cerrados y juntó las manos, clara señal en ella de nerviosismo. Jack volvió a hablar.

— ¿Qué pasa por su corazón mi chiquita? –le preguntó acariciándole el rostro con la mano –  ¿Se ha enamorado de mi acaso?

—No, no es eso

—¿Segura?

—Segura

—Júrelo...

—¡Pero muchacho...!

—Así le creeré, por favor, ¿me lo jura?

—Juro que nunca te dejaré a menos que tú me lo pidas


    El muchachito sonríe tomándole las dos manos.


—Pero júreme lo otro... – guardó un minuto de silencio y volvió a hablar - ¿Jura que no sientes nada por mí?

—No puedo  jurarte eso – murmuró Minerva con la mirada puesta en los diseños que habían en la alfombra

—Entonces la señorita sí siente algo por su muchacho

—Cariño


    Después de un rato estando en silencio ella se incorporó hacia la ventana apoyándose de la silla para cruzar hacia fuera, su camisón celeste dejó entre ver una sola pierna en medio del salto, y Minerva cayó a  tierra de golpe alcanzando a apoyar las manos


— ¿Estás bien mi princesita? –  preguntó Diego aterrado al verla tirada.

—Sí muchacho, estoy bien – le respondió ella mordiéndose un quejido para no despertar a nadie ni para asustar al muchacho,


     Cuando se estabilizó apoyada de la pared toda rasmillada y con la única pierna que sostenía su cuerpo, extendió sus manos para  acariciar el rostro de Jack para luego besarlo en la mejilla tímidamente.


—Te quiero mi princesa.


    Minerva lo miró un buen rato a los ojos, pero Diego desviaba la mirada. en algún momento se iría, no era como Miguel, aunque Miguel tampoco se quedaría mucho tiempo. 
Sin embargo éste la atraía, sacaba un fuego abrazador muy grande que habitaba dentro de ella, algo que la embriagaba y la trastornaba hasta perder la consciencia. Consciencia que era muerta en las noches de luna llena.


— ¿Señorita, quiere que la bese? – su voz había cambiado, Diego tenía la habilidad de profundizar la voz a voluntad, lo hacía para llegar a ella cuando quería.

— No –  dijo seca y en voz baja,  pero en el fondo si lo deseaba, su corazón le latía muy fuerte y parecía salirse de su boca.


     Él lo sabía, y entonces se acercó a sus labios muy despacio, casi sin moverse, rozándolos, mordiéndolas suavemente. Ella no resistía más el cosquilleo en su estómago, mientras que las manos del muchacho estaban en su cintura y comienzan así un juego: ella lo rechazaba mientras que él le persigue la boca; y luego ella lo perseguía mientras él la rechazaba.


— ¿Quiere seguir evitándome aún señorita? –diciendo esto  llevó su mano izquierda a la oreja derecha –quiero que sienta mi respiración Minerva –ella tembló

— Diego – dijo de pronto  – no estoy enamorada de ti

— ¿Y entonces por qué lo haces? – le pregunta él apretándole muy fuerte las caderas mientras la miraba deseoso

—No lo sé 

—Te soy irresistible, y quizás en este momento me estés odiando, pero sabes que tengo la razón... lo veo en tus ojos: quieres matarme, pero aun así cruzaste la ventana. Así que fálteme el respeto como quiera señorita, de todas maneras vas a obtener lo que quieres… – dijo desafiante


     Y mientras él acariciaba su única pierna con una mano, con la otra la sostiene firme por la cintura para seguirse besando apasionadamente contra la pared junto a la ventana del cuarto hasta que la pierna de Minerva ya no da más y se doblaba abatida hasta que ambos terminaron en el pasto húmedo por el roció., y en el pasto húmedo ella se dejó envolver con sus caricias y besos, hasta que un gemido fue ahogado con un suave mordisco en sus labios mientras sus pechos eran tiernamente sostenidos libres en la luz de la luna llena 



— ¿Algún día te enamorarás? –la voz de él volvió a suavizarse luego de tanta pasión


     Minerva aún en silencio al escuchar la pregunta responde...


—Ya me enamoré perdidamente de alguien y no creo que lo haga de nuevo […]

— ¿Y ese alguien lo conozco, cierto? – preguntó con cierto dejo de tristeza porque estaba seguro que aquél era su ex-amigo

—No, no lo conoces – dijo ella en un tono seco

— ¡Ah! - exclamó él ahora preguntándose de quien se tratará

—Ya te conté la historia, ¿verdad?

— ¡Ah sí! La historia, cierto –hace una pausa – pero creo que algún día te llegará el amor de verdad… supongo…

—No lo sé –dice ella tristemente

—Solo tienes que elegir bien de quien te enamoras

—Uno no puede elegir de quien se enamora. ¿Tengo razón?  – le preguntó esto último mirando fijamente a los ojos...


    Más él agachó la mirada puesto que sabía con certeza que Minerva se refería a cierta persona por la que él  estaba ciego, entonces la muchacha lo abrazó aún más fuerte.


—Tú y yo somos iguales – le dice ella

—Sí, de eso me doy cuenta mi señorita





Alengüei Kayún 





diciembre 06, 2019

Internado Cap. VI

El Bosque  



Hospital de Cunaco 10 de Mayo de 1970


Al llegar la mujer  de la cocina al lugar de los hechos, todos habían desaparecido principalmente el niño de la cara sucia por lo que se dio la orden de sancionar a todos los que duermen en aquel cuarto. Mireya se arrodillo a un costado del niño para tomarle el pulso y de inmediato corrió a ver si en el pasillo veía alguno de los guardias o tíos del aseo para que la socorrieran, y al ver que Don Pedro venía silbando con las manos en los bolsillos, Mireya le hizo señas con las manos en alto, para que el hombre se apresurara. y Don Pedro al ver la reacción empezó a correr hasta que ambos se percataron que Cuty estaba tratando de ponerse en pie.

 — Tranquilo mijo, no te apresures, te ves muy mal – don Pedro que tenia poco tacto pero muy buena persona sostuvo al muchacho por la espalda 

— ¡Ay que llamar a la  ambulancia!

—  ¡Atento base!

— Base atenta

— Caído en el ala norte, repito, caído en ala norte, solicitamos ambulancia

— Copiado, no se muevan

— Calma mijito

Cuty solo escuchaba murmullos y no veía nada, solo sentía la mano cálida de una mujer apacible que lo sostenía maternalmente 


Aquella noche el ajetreo fue tal que no tuvieron tiempo de preocuparse de otra cosa. Mientras tanto la hora pasaba en el claro del pequeño bosquecillo junto al muro colindante cuando Minerva se comenzó a sentir mal. 

—¿Estas bien? Mujer te has puesto pálida – Pamela se asustó al ver que de un momento a otro la muchacha palidecía como si la muerte le hubiese alcanzado. 

— Tranquila, no pasa nada, solo cansancio 

De pronto a los lejos por la calle junto al Muro se escucha una alarma que se viene acercando y junto a ella vienen los ladridos de los perros que no soportan, no se sabe si; la tristeza de un caído o el insoportable estruendo de la miserable alarma.

— ¡Escuchan esa sirena!

— Sonia para de tomar, te estas emborrachando

—¿No, si es en serio!

— Yo también escucho  – dijo el gordito de gafas

En efecto el sonido se hizo más fuerte y todos se pusieron en pie para ver lo que pasaba y solo alcanzaron a ver unos camilleros que se llevaban a uno de los niños. Ninguno supo quien era. Cuando Minerva se empezó a sentir extraña y con nauseas, tanto fue que tuvo que alejarse del grupo y corriendo al árbol más cercano expulsó todo lo comido y bebido. Pamela fue tras ella a socorrerla mientras que los otros se quedaron ahí pasmados, sin saber que fue lo que pasó. 

—  ¿Estas bien? – Pamela le tocó muy suave el hombro y la espalda

—  Si, solo que vi su cara frente a mi que se quebraba con un espejo

—  ¿La cara de quien viste?

—  La de ese niño de ojos azules.


En el hospital los camilleros hacen la entrada veloz por los pasillos mientras que Cuty solo ve las luces de un cielo blanco muy brillante Después de casi una hora en pabellón el muchacho duerme en la habitación 20 cuando algunos familiares llegan a visitarlo y la madre desesperada llorando mientras que el padre la sostiene por los hombros. Al pasar los días el niño no despertaba.

Se había declarado en estado de coma.

Era un lugar hermoso: un bosque frondoso en día claro; en medio había un delgado riachuelo por donde transitaban algunos pececillos de colores y ahí estaba Cuty en medio de toda esa maravilla: sentía los colores vivos, los latidos de su corazón como si oyera un tic-tac los aromas, todo en si era más claro y más profundo. podía oír incluso como una hormiga caminaba llevando una rama 3 veces mas grande que su cuerpo. Caminaba tranquilo por aquel hermoso lugar cuando a los lejos vio una niña: su cabello como el fuego mismo y unos ojos verdes impresionantemente profundos. Llevaba un vestido blanco de encajes y detalles preciosos y sus pies iban descalzos pisando la hierba, Cuando se dio cuenta ya estaba junto a ella mientras le sonreía y le mostraba el lugar como si estuviera ahí por siempre. 

Luego no se supo ni cómo ni porqué; los dos estaban recostados en una colcha de camping y en medio de los árboles y los matorrales fue como si se estuvieran  esperando por mucho, mucho tiempo para ser uno del otro 



Aquella madrugada Minerva despertó asustada y con el corazón en la boca, con los ojos muy abiertos y sudando frío . Por un instante todo le pareció tan real, tan vívido que hasta podía sentir el aroma de que aquel hombre. Lo que poco a poco se vino dando cuenta que no era un hombre, si que apenas un niño ¡menor que ella! A medida que los minutos avanzaban se percató que aún no amanecía y que en el cuarto en dónde estaba 


 

muy abiertos y sudando frío. Por un instante todo le pareció tan real, tan vívido que hasta podía sentir el aroma de que aquel hombre. Lo que poco a poco se vino dando cuenta que no era un hombre, sí apenas un niño ¡menor que ella! A medida que los minutos avanzaban se percató que aún no amanecía y que en el cuarto en dónde estaba aún podía oír como roncaban sus compañeras en las literas de al lado.

Muy sigilosa se incorpora sobre la cama apoyando la pierna en la pequeña alfombra

 

 “Y más encima tenía mis dos piernas en ese maravilloso sueño”



Alcanzó entonces la pierna ortopédica a un costado de la cama y con un movimiento ágil se la colocó haciendo una breve prueba con un movimiento de rodilla; se puso algo mas abrigador de lana en la parte superior, unos jeans y su gabán que le cubría todo, tomó los cigarros, una pequeña botellita de whisky a la que le quedaba la mitad y se dirigió a la puerta, pero se detuvo al recordar que, si no le avisaba a Pamela, ésta se iba a preocupar y al llegar se iba a enojar mucho con ella. Fue entonces que se devolvió y escribió la siguiente:

 

 “Pame:

            Voy al hospital, necesito verlo, no me preguntes porqué, llegaré antes que se den cuenta.

Cariños, Mine”


 

 

 





Alengüei Kayún 




Internado Cap. V

Juego perverso




Mediados de Mayo


Ya eran como las ocho de la noche cuando todos se volvieron a reunir en las afueras de Jardín Colindante  incluso Sonia que era la más asustada con todo esto, vino del brazo de Vilma observando de reojo al gordito de gafas cuadradas quien estaba embobado viéndola y ella de cuando en cuando le sonreía sin que nadie de de cuenta. Esteban de pronto llego corriendo como si el alma se la llevara el diablo, asustando a todos haciéndoles creer que lo habían descubierto, pero no, sólo venía jugando con Clemente que es el perro más viejo que hay en el establecimiento.

— Esteban, por Dios, ¡me asustaste!  –   Vilma saltó de improviso ya que se había asustado cuando el perro empezó a mover la cola a su lado
— ¡Entupido! me asustaste – Sonia que había saltado lejos por el susto de Vilma 
El gordito de gafas que la estaba mirando corrió a su encuentro a ayudarla y está ves Sonia aceptó la ayuda de buena manera. 

— ¿Y estamos todos? – Minerva pregunta observando que claramente Cuty faltaba 
— Cuty debe estar por llegar  – Pame le palmoteo la espalda 

Fueron entonces al claro del pequeño bosque al lado de la muralla y mientras que esperaban a Cuty, se fumaron unos cigarrillos, conversando de lo que iban a hacer después de la escuela, mientas comían  picadillo y bebían cerveza 

Mientras tanto en la habitación de los varones Cuty estaba con unos compañeros. Estaba a punto de meterse en problemas 

— ¡Miren esta pirueta! 
— ¡Luis ten cuidado!
— ¡Uy! Luisito no se vaya a caer


El juego consistía en que los niños llenaran de agua desde el baño del cuarto hasta la habitación para deslizarse con jabonosidad por todo el pasillo en medio de las dos hileras de literas, todo esto mientras que Cuty observaba desde la cama de uno de sus compañeros como los muchachos jugaban, y dado en un momento Luis al tirarse por la rampa jabonosa lo hizo mal, provocando que se le torciera un pie.

Todo el juego se detuvo en seco, al ver a Luis en el suelo, tirado medio muerto, de pronto un grito y Cuty lo fue a ver. Otro niño con la cara muy sucia y dos dientes menos, se acerca al niño y lo empuja hacia atrás chocando su espalda contra una de las literas. Cuando Cuty se incorpora para enfrentarlo éste lo lanza al suelo con un golpe en la nariz dejándola sangrar y vuelve donde Luis.
Uno de los compañeros que jugaban, con otro más salieron corriendo en medio de la rencilla, cuando el niño de la cara sucia se incorpora y al tocarse la nariz y ver que goteaba sangre, su furia fue tal que se incorporó con violencia, y corriendo tomo por la espalda a Cuty, quien sin saber cómo dio a parar al borde de la litera golpeándose la nariz y como si no bastara con eso el niño de la cara sucia lo levanta y lo volvió a dejar caer pero esta vez cayó encima de un resorte que sobre salía del colchón de la cama incrustandosele en el ojo del muchacho.

Y quedó Cuty tirado en el suelo rodeado de sangre y con su cabeza latiendo y escuchando todo como si estuviera bajo el agua.

— ¡Pero que pasó aquí! 

Una mujer bajita y algo gorda, llegó corriendo tras ser avisada por dos niños, que en el cuarto de los varones había un disturbó 
 
La mujer tomó al niño en los brazos, todo ensangrentado lo llevó a la enfermería y de ahí lo llevaron al hospital del pueblo por una herida grave en el ojo derecho.
Al llegar la mujer al lugar de los hechos todos habían desaparecido principalmente el niño de la cara sucia por lo que todos los que duermen en aquel cuarto fueron sancionados. Aquella noche el ajetreo fue tal que no tuvieron tiempo de preocuparse de otra cosa.

— ¡Escuchan esa sirena!
— Sonia para de tomar, te estas emborrachando
—¿No si es en serio!
— Yo también escucho  – dijo el gordito de gafas

En efecto el sonido se hizo más fuerte y todos se pusieron en pie para ver lo que pasaba y solo alcanzaron a ver la ambulancia y unos camilleros que se lavaban a uno de los niños. Minerva se empezó a sentir extraña y con nauseas, tanto fue que tuvo que alejarse del grupo y corriendo al árbol más cercano expulsó todo lo comido y bebido. Pamela fue tras ella a socorrerla mientras que los otros se quedaron ahí

—  ¿Estas bien? 
—  Si, solo que vi sus cara frente a mi que se quebraba con un espejo
—  ¿La cara de quien viste?
—  La de ese niño de ojos azules.



  

Alengüei Kayún









diciembre 04, 2019

Internado cap. IV

 Flechazo de miradas 



Mediados de Mayo


 — Oye Sonia y ¿cuando nos vas  a presentar a tu novio? – dice Esteban con una voz picarona
 — ¡Cállate imbécil! –  roja como un tomate se levanta de golpe para irse encima de Esteban y golpearlo

        Todas las demás se echaron  a reír a viva voz y tanto fue el escándalo que un grupo que jugaba cerca de ellos, del otro curso, los quedaron mirando 

— ¡Sonia mira! Allá está tu novio – le gritó Esteban a todo pulmón apuntando al gordito de gafas cuadras que hablaba con el chico alto

       Las risas se hicieron más fuertes hasta que los dos niños voltearon a ver. Sonia roja y Minerva por vez primera se encontró con aquellos ojitos azules. Detrás de Esteban se escondía una niña que se movía despacio y éste sonrió al verla y ella también sonrió antes de perderse hacia las habitaciones.

—¡Yo sé dónde está! – burlón Cuty, ahora apodado el tallarin  – le dijo al gordito de gafas cuadradas
—¡Dime, dime! – dice el gordito quejándose, no se sabe si por el cansancio de buscarla o porque en verdad la quería besar.

     Le importaba bien poco perder la prenda que había empeñado.

— Usted búsquela, usted es el interesado, yo no . – el tallarín se reía

   Mientras que Barbara se escondía en unas jardineras tras la espalda de Esteban. Sonia se ponía colorada como un tomatito, las muchachas se reían; Cuty y Mine se cruzaron las miradas, Sonia el gordito también y Esteban con Barbara también. Y entonces a Pamela se le hizo el click al ver tanto cruce de miradas.

— Esteban, tengo una idea, ¿ves el grupo de allá? Con Vilma queremos conocerlos
—¿Yo con quien?  –  Vilma exclamo completamente perdida pero Pamela le da un punta pie

      Minerva se echo a reír, Sonia no entendía nada, Vilma se sobaba su pie y Esteban miraba por encima de Pamela como corría Barbara.

—¿Que tienes en mente Pame?  –  Esteban le gustaba la idea ya que sería entretenido volver a verla
—¿Les parece si esta noche nos escapamos? – Pame se oía decidida.
—¡Estas loca!  – Sonia como siempre poniendo el grito en el cielo
—Sonia te conviene –  le dice Esteban con los ojitos llenos de picardía

       Se puso roja como un tomate y volvieron a reír.

      Tocaron el timbre y Sonia se levantó como un resorte, la inspectora se comenzaba a pasear como perro ovejero arreando el ganado a clases.

— Vilma, vamos a clases  – Sonia le toma el brazo
— ¡Hem! no – dice mirando el celular – quiero ir a encontrarme con mi novio

     A Sonia se le prendieron los ojitos como chispas, la envidia se la comía por dentro, y levantándose brusca se fue en dirección a los salones de clases y sin querer chocó con el gordito de gafas cuadras haciendo que manchara su falda con chocolate del helado.

— Fíjate por donde caminas gordo! – le gritó enfurecida la niña presa de la ira

El gordito de gafas cuadras no vio quien lo había empujado haciéndolo caer a una de las jardineras del patio y quebrando así sus gafas cuadras.

Por los pasillos del internado iban muy amenos conversando todos acerca del gran evento que se iba a ser al día siguiente por motivo de la fiesta de la madre. La mayoría de los niños se encontrarían con sus padres casi un mes de las vacaciones de invierno


Al llegar las veinte horas  las niñas se reunían en el casino para lo que iban a hacer al dar la media noche, todo esto claro que en secreto ya que no estaba permitido deambular a esas horas por el establecimiento






por Alengüei Kayun



Internado Cap. III


 La Apuesta


Mediados de Mayo, Jardín colindante



Eran como las once de la mañana cuando salieron a recreo, y pequeños de otro curso jugaban formando un círculo en el suelo con una botella en el centro.

   ¿Vas a  jugar  Cuty o te vas a poner gallina?
   ¡A quien le dices gallina!
   ¿Qué tienes para apostar? – dijo así el chico rubio

Cuty se revisó los bolsillos y no traía nada más que el llavero del casillero en donde guardaba sus cosas

   Pues si no cumples con lo que te vamos a poner ¡pierdes la prenda!
   ¡¡Nooo! ¿Por qué después con qué voy abrir mi veliz para cambiarme

Y pues la botella giraba y giraba hasta que le tocó a Cuty

      “Juesúh que prueba me van a poner estos ingratos” – pensaba el chico

   ¡Pues Cursito! Te toca ir a gritarles a las cocineras a ver a que hora está el almuerzo
   ¡Ah, eso! Pues si quien lo hago desde aquí – exclama el muchacho envalentonado
   No, tienes que ir allá a que entres y luego encararlas y decirles: “¡Ya tenemos hambre, haber  cuando está listo!

El muchacho fue y con él también lo hizo un compañero que fuera de testigo, y entra a la cocina y las mujeres se le quedan  viendo

   ¿Qué miras,  necesitas algo Crusin?
   ¡Pues si! – dice él muy exaltado por los nervios  –  ¡A ver a que hora esta el almuerzo por que ya tenemos hambre! Y ustedes ahí nomás cotorreando, parecen tortugas

Y sale corriendo como alma que se lleva el diablo aun sabiendo que le iba a costar una sanción pero no quería perder su manojo de llaves

   Órale ya cumplí mi desafío

Y se le devolvió la prenda y salió del circulo para darle lugar a los demás y así le tocó el turno a otro

 — ¿Y cuál es mi desafío? – dice ahora un gordito de gafas cuadras, también decidió ya que pensó que la penitencia iba a ser parecida a la de Cuty
— Pues tienes que besar a Bárbara – dijo el rubio un tanto burlón ya que la muchacha era algo dientona
— ¡Ah, no así no vale! Yo quería un como el de Crucito
— ¡No.. los desafíos son desafíos!


Entonces la muchacha salió corriendo sin dejarse alcanzar por los pasillos, pero la tarea era que entre dos o tres las sujetaran para que el gordito de gafas le plantara el beso, pero ésta se escondió, dejando al pobre desangelado incierto en su cometido volviendo así donde estaban los demás. 

— ¿Y qué pasó, dónde está la Bárbara? 
— No sé, salió corriendo y no la pude pillar 
— Yo sé dónde está – burlón Cuty le dice 
— Dime, dime 
— No, búscala  
— ¿Cómo es que sabes dónde está? 
— Porque yo la vi a donde fue a esconderse, desde aquí 
— Pero dime, dime 
— Usted búsquela, usted es el interesado, yo no 


Mientras que la muchacha se escondía en unas jardineras del patio justo al lado de donde estaban Mnerva y los otros; observado como el muchacho alto hablaba con el gordito de gafas, ella le hacía señas de que no le dijera nada de donde estaba escondida. Y poco a poco se iba moviendo sigilosa de donde estaba, igual que una gata asustada huyendo. Dirigiéndose corriendo a los dormitorios para esconderse en su cama. Entonces Cuty le dijo al gordito en donde estaba, pero como salió corriendo fue inútil y por mas que la buscó no la encontró y como los niños no podían entrar al cuarto de las niñas, solo los menores hasta 11 años podían entrar, y como ese grupo de 12 a 14 pues no se les permitía. 








Alengüei Kayun






diciembre 02, 2019

El Internado Cap. II

El profe Miguel



Abril 1970




Nuevamente tocaron el timbre para salir al recreo, Pamela ya no estaba sentada en la banca, habla ido con Diego, mientras que Vilma, Sonia  y Esteban llegaban donde estaba Minerva al fondo de un jardín junto al muro que daba a la calle principal.

— Un día de estos te van a pillar – dice Sonia en tono despectivo y burlesco
— Un día de estos, tú serás la culpable –  Minerva la mira desafiante y Sonia baja la mirada
—No le hagas caso, y dame un poco que la profe de Historia nos dejo locos con ese Carlo Magno  –le dijo Esteban extendiendo la mano
—¿Y la Pame dónde esta?  –pregunta Vilma
— Con Diego – afirma Minerva

         Luego del cigarro se fueron caminando lentamente hacia la sala de Filosofía.

Como todos los días antes de la hora de su clase en su banco había una rosa con una nota que siempre dibujaba la forma de unos lentes. Él al entrar por la puerta ya ve el presente arriba de la mesa, y acercándose la coge mientras sonríe dejando sus cosas sobre la mesa corriendo cuidadosamente la rosita a un rincón. Y así pasaba todas las veces que tocaba dar cátedra en aquella sala.

La clase iba como siempre, pese a que el tema era algo aburrido y monótono, siempre Miguel hacia todo muy fácil y didáctico, la hora se pasaba volando: muy poco tiempo para ver sus ojos color miel tras esos anteojos que en ocasiones brillaban.


        Después de la clase venia el almuerzo y posteriormente los talleres y actividades educativas al aire libre, tiempo que los alumnos usaban para distraerse, estudiar o hacer maldades  mientras que los profesores ocupaban mismo tiempo para planificar exámenes y revisar trabajos, ya sea en la amplia sala de profesores o en sus respectivos despachos junto a sus habitaciones. El recinto era algo grande .

— ¿Han visto a Minerva? –  Pame llegó corriendo hacia el grupo de chicos que siempre se juntaba al lado del muro
— Dijo que iba a preguntar sobre un examen –  afirma Esteban mientras se fumaba el último cigarro

       Pero Pamela sabía que eso no era así

       Dentro, en uno de los pasillos junto a las escaleras Minerva tocaba la puerta de uno de los despacho de uno de los profesores, luego de percatarse que ya no quedaba nadie rondando.

— Adelante  –  desde dentro una voz algo tosca y ronca consiente al llamado
—Disculpe que lo interrumpa –  la voz a penas se le escucha por lo nerviosa que se encuentra –  le traje un poco de café, como le gusta...
—Gracias señorita usted sabe que no es molestia su presencia –  le dice con una sonrisa que poco le  conocen –  bueno, empecemos a trabajar entonces por que hay mucho que hacer

       Luego de un rato en silencio y al darse cuenta que la pequeña muchacha lo esta mirando toce un poco para que Mine salga de su trance

— ¿Señorita?
—Dígame  – la muchacha responde rapido a pesar de estar distraída, adiestrada a disimular
—¿Cuanto le falta?
—Ya muy poco, profesor
—Me alegra por que ya estoy cansado.


       Él coge sus cosas invitando a su acompañante al casino. Dentro del ascensor ella cerro los ojitos para poder concentrarse mejor en ese aroma tan propio de él: mezcla de perfume y cuerpo.

—¿Se siete bien? – le pregunta preocupado y tomándole la mano y el hombro del mismo brazo al verla desequilibrada
 —Estoy bien, sólo que me duele la pierna –  mintió.
—No se preocupe mi señorita, yo la sostendré, venga para acá que no se caiga


La muchacha se sonrojo  apoyándose en aquel hombre olvidándose del mundo por un instante mientras él la abrazaba cubriéndola con sus brazos al cuello. Al salir del ascensor Esteban y Pamela estaban esperando para bajar a los jardines cuando ven que la pareja sale, se quedan mirando, Esteban saluda al profesor mientras que Pamela arqueando una ceja mira de reojo a Minerva que está muy cómoda apoyada en el pecho de Miguel. y que al verla se endereza rápidamente como si estuviera haciendo algo malo.

El casino es bastante amplio, con varias mesas y sillas y una barra para aquellos que quieran comer algo rápido, Miguel siempre prefería una mesa junto a los ventanales ya que en verano era agradable recibir la luz del sol y en los días de invierno le encantaba ver la lluvia caer. un cafe y otro con leche pidió el profesor para su alumna más dos postres y cuando la muchacha iba a pagar su parte él se negó sonriendo. Ya en la mesa conversaron casi sin darse cuenta de la hora. hablando de las clases, de la vida, las problemáticas del día a día.

Realmente era fascinante hablar con él.hablar con él, pese a ser un hombre de apariencia fría, con esos ojos gélidos y su nariz ganchuda, al momento de hablar de los grandes temas del mundo, parecía que su mirada y su semblante eran más afables y hasta tiernos, ¡y era aquello lo que a Minerva le encantaba de él. Ver esa chispa de luz en sus ojos al dirigirse a ella, sabiendo que le entendía a la perfección, para Miguel era alago que muy rara vez lograba sentir con alguien.

            Aquella tarde se fue muy rápido, como pocas en el internado, y al darse cuenta ya caía el sol por lo que ambos decidieron salir del casino. Afuera el sol hacia que todo se viera realmente hermoso.










Alengüei Kayun 





diciembre 01, 2019

Internado Cap. I

 Un sueño idílico 




Cunaco,  abril de 1970




—Vilma ¿Cómo te fue con Jack anoche? –  dice Pamela con cierta picardía en la voz 
— A puesto que te gustó – dijo Minerva – ¡cuéntanos!
— ¡Ay está bien! Les contaré – Vilma se sonroja, siempre lo hace al contar esta clase de infidencias –  Fuimos a su casa y como no había nadie entonces nos pusimos a comer unas pizzas viendo películas

Vilma ya no nada más de nerviosa y parecía un tomate, y mientras que todas se reían a carcajadas, Minerva en medio del cotilleo cambió su rostro de risueño poniendo sus ojitos llenos de ilusión dándole luz a la noche más oscura, solo por verlo pasar con un andar rápido por el pasillo, a un costado de ellas; con su acostumbrado café en vaso de plumavit y su bolso negro colgado al hombro.


— Buenos días señoritas –  las saludó haciéndoles una venía sin detenerse y Minerva se le quedó viendo hasta que se le desenfocó la vista

Metro ochenta, piel blanca, cabello negro, liso; ojos marrones, y sus gafas ópticas le cubren como un antifaz transparente la mitad del rostro .

— Minerva ... – la niña no prestaba oídos – ¡Minerva cierra la boca!
— ¡Despierta mujer! –  Pamela la zamarreo
— ¡Ay!
—¡Cierra la boca, pava! – le dijo Vilma burlándose de su cara embobada
—¡Ya perdón! Pero me va a decir a caso que soy la única que encuentra rico a Miguel?
—¡¿Cómo te gusta Miguel?! –  escandalizo Sonia al darse cuenta que no era la única a la que le gustaba el profesor de Filosofía
—¿Y qué tiene? – dijo la muchacha encogiéndose de hombros 
— No es feo, pero.... ¡ay Mine ¿cómo te puede gustar?! – ´preguntó Vilma con una cara de espanto y curiosidad.

Sonia le dio un fuerte codazo muy poco disimulado para que guardara silencio. Pero Vilma le hizo poco caso al ver que desde el mismo lado de donde vino Miguel, hizo su aparición Míster Cristian:  Metro setenta y cinco, piel blanca, cabeza rapada, ojos azulados y de contextura delgada.

—¿ Qué me decías Vilma? – le dijo entonces burlesca Minerva

Vilma se sonrojó por completo.

 — Ustedes no tienen remedio cabras  – afirma Pamela riendo
 —Son unas locas – Sonia mueve la cabeza negativamente
 —¿Quien me acompaña al baño?
 —Yo voy Pame, quiero comprar un dulce
 —Entonces nosotras te las esperamos aquí , – dice Minerva – Pame tráeme un café, me dió frío


Tiempo después tocan el timbre para la próxima clase de Historia y Sonia se levanta de la banca para entrar a la sala, y al ver que Mine ni se inmuta...

—¿Te vas a quedar?
—Las chiquillas no han llegado
—¡Pero la profesora ya entró! – Sonia miraba con terror la puerta que se cerraba tras una mujer.

Odiaba llegar tarde

— Lo siento, voy a entrar – Sonia corrió mientras Mine la miraba con mueca de sarcasmo

"¡vaya amiguita esta!" 

— ¿Y la Sonia? – la voz de Vilma es extremadamente bajita
— En la sala –  afirmó Mine con voz de sin importancia, le importaba más su café  –  ¡Oh Pame qué esta rico!
— ¿Ya tocaron? –  Vilma entró a preocuparse en serio y corre en dirección a la sala
— ¡Otra más,,,! –  exclama Minerva como dando por vencida la esperanza que cambien

Pame se sienta al lado de su mejor amiga y se toma su juguito como si aún fuera tiempo libre...

—  Oye Mine ¿Y de verdad te gusta?
— Si niña, me gusta y mucho..... –  la niña baja la cabeza y toma su café con las dos manos
—Espero que el Esteban esté copiando todo – Pame la quiere distraer, sabe que se pone mal al recordarlo
— Jaja, esperemos.












Alengüei Kayún