diciembre 02, 2019

El Internado Cap. II

El profe Miguel



Abril 1970




Nuevamente tocaron el timbre para salir al recreo, Pamela ya no estaba sentada en la banca, habla ido con Diego, mientras que Vilma, Sonia  y Esteban llegaban donde estaba Minerva al fondo de un jardín junto al muro que daba a la calle principal.

— Un día de estos te van a pillar – dice Sonia en tono despectivo y burlesco
— Un día de estos, tú serás la culpable –  Minerva la mira desafiante y Sonia baja la mirada
—No le hagas caso, y dame un poco que la profe de Historia nos dejo locos con ese Carlo Magno  –le dijo Esteban extendiendo la mano
—¿Y la Pame dónde esta?  –pregunta Vilma
— Con Diego – afirma Minerva

         Luego del cigarro se fueron caminando lentamente hacia la sala de Filosofía.

Como todos los días antes de la hora de su clase en su banco había una rosa con una nota que siempre dibujaba la forma de unos lentes. Él al entrar por la puerta ya ve el presente arriba de la mesa, y acercándose la coge mientras sonríe dejando sus cosas sobre la mesa corriendo cuidadosamente la rosita a un rincón. Y así pasaba todas las veces que tocaba dar cátedra en aquella sala.

La clase iba como siempre, pese a que el tema era algo aburrido y monótono, siempre Miguel hacia todo muy fácil y didáctico, la hora se pasaba volando: muy poco tiempo para ver sus ojos color miel tras esos anteojos que en ocasiones brillaban.


        Después de la clase venia el almuerzo y posteriormente los talleres y actividades educativas al aire libre, tiempo que los alumnos usaban para distraerse, estudiar o hacer maldades  mientras que los profesores ocupaban mismo tiempo para planificar exámenes y revisar trabajos, ya sea en la amplia sala de profesores o en sus respectivos despachos junto a sus habitaciones. El recinto era algo grande .

— ¿Han visto a Minerva? –  Pame llegó corriendo hacia el grupo de chicos que siempre se juntaba al lado del muro
— Dijo que iba a preguntar sobre un examen –  afirma Esteban mientras se fumaba el último cigarro

       Pero Pamela sabía que eso no era así

       Dentro, en uno de los pasillos junto a las escaleras Minerva tocaba la puerta de uno de los despacho de uno de los profesores, luego de percatarse que ya no quedaba nadie rondando.

— Adelante  –  desde dentro una voz algo tosca y ronca consiente al llamado
—Disculpe que lo interrumpa –  la voz a penas se le escucha por lo nerviosa que se encuentra –  le traje un poco de café, como le gusta...
—Gracias señorita usted sabe que no es molestia su presencia –  le dice con una sonrisa que poco le  conocen –  bueno, empecemos a trabajar entonces por que hay mucho que hacer

       Luego de un rato en silencio y al darse cuenta que la pequeña muchacha lo esta mirando toce un poco para que Mine salga de su trance

— ¿Señorita?
—Dígame  – la muchacha responde rapido a pesar de estar distraída, adiestrada a disimular
—¿Cuanto le falta?
—Ya muy poco, profesor
—Me alegra por que ya estoy cansado.


       Él coge sus cosas invitando a su acompañante al casino. Dentro del ascensor ella cerro los ojitos para poder concentrarse mejor en ese aroma tan propio de él: mezcla de perfume y cuerpo.

—¿Se siete bien? – le pregunta preocupado y tomándole la mano y el hombro del mismo brazo al verla desequilibrada
 —Estoy bien, sólo que me duele la pierna –  mintió.
—No se preocupe mi señorita, yo la sostendré, venga para acá que no se caiga


La muchacha se sonrojo  apoyándose en aquel hombre olvidándose del mundo por un instante mientras él la abrazaba cubriéndola con sus brazos al cuello. Al salir del ascensor Esteban y Pamela estaban esperando para bajar a los jardines cuando ven que la pareja sale, se quedan mirando, Esteban saluda al profesor mientras que Pamela arqueando una ceja mira de reojo a Minerva que está muy cómoda apoyada en el pecho de Miguel. y que al verla se endereza rápidamente como si estuviera haciendo algo malo.

El casino es bastante amplio, con varias mesas y sillas y una barra para aquellos que quieran comer algo rápido, Miguel siempre prefería una mesa junto a los ventanales ya que en verano era agradable recibir la luz del sol y en los días de invierno le encantaba ver la lluvia caer. un cafe y otro con leche pidió el profesor para su alumna más dos postres y cuando la muchacha iba a pagar su parte él se negó sonriendo. Ya en la mesa conversaron casi sin darse cuenta de la hora. hablando de las clases, de la vida, las problemáticas del día a día.

Realmente era fascinante hablar con él.hablar con él, pese a ser un hombre de apariencia fría, con esos ojos gélidos y su nariz ganchuda, al momento de hablar de los grandes temas del mundo, parecía que su mirada y su semblante eran más afables y hasta tiernos, ¡y era aquello lo que a Minerva le encantaba de él. Ver esa chispa de luz en sus ojos al dirigirse a ella, sabiendo que le entendía a la perfección, para Miguel era alago que muy rara vez lograba sentir con alguien.

            Aquella tarde se fue muy rápido, como pocas en el internado, y al darse cuenta ya caía el sol por lo que ambos decidieron salir del casino. Afuera el sol hacia que todo se viera realmente hermoso.










Alengüei Kayun 





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