diciembre 14, 2020

La Escuelita Jodedora VI





Cerca de las dos de la mañana en una casita lejana, Angie entra, igual que su madre, sacándose los zapatos, y sin prender la luz, pero al ver la lampara encendida a un costado del sofá ve que su madre duerme con una manta y descalza viendo el televisor. Angie la mueve despacito para despertarla y juntas van a la habitación de la madre y ella le ayuda a meterse a la cama.

Una vez en su cama Angie hace un recuento del día y los momentos en los que estuvo con Belinda, y haciendo una mueca de desaprobación no puede creer que tengan mismo papá. No podía tener tanta mala suerte. hasta que se quedó dormida:


En noche de luna llena en medio del bosque, caminando descalza y con su camisón blanco iba descubriendo la soberana noche en su máxima expresión, cuando en frente de ella a no más de tres metros, una mujer de cabellos negros y lacios, piel muy blanca y unos ojos rojos, le sonreía malévola. La niña se asusta y trata de huir, pero al estar paralizada la bruja se va acercando más y más y a la pequeña le comienza a doler la cabeza terriblemente.

"Este territorio es mi propiedad, y ni tú ni nadie me lo va a quitar"


La voz entró taladrante con un rostro envejecido tan fuerte que Angie tuvo un sobre salto y gritó tan fuerte que su madre fue a verla para saber que pasaba; al llegar a su cuarto, la niña estaba destapada sudando frio, temblaba tenía fiebre y delirando. Minerva despertó a Marta quien la ayudó hasta que amaneció, pero nada les dio resultado, por lo que apenas dio la luz del sol fueron con la niña al doctor a ver si conseguían algo. Lograron estabilizar la fiebre y la sudoración, sin embargo, el medico fue muy explícito en que esto solo lo había visto solo dos veces antes de éste, el único remedio es La Machi que vive apartada de la ciudad y quien va a ese lugar debe tener en claro que abajo debe dejar su orgullo y su presunción, 

Las dos mujeres se miraron con el corazón afligido y sin decir nada Minerva tomó la responsabilidad, tenía que salvarla, porque con Regina no pudo y hasta el sol de hoy eso es lo que más le duele. 

Al llegar a la casa acostaron a la niña que permanecía dormida por los calmantes que le dio el médico para la fiebre, pero seguía delirando, y eso, les dijo el médico que, era lo que La Machi debía arreglar.


— ¿Señora se siente bien? –  dijo Marta con angustia en sus ojitos 
— No Martita, no estoy bien, pero debo estarlo o sino perderé a mi segunda hija y eso no lo puedo permitir.

Guardó unos segundos de silencio recordando lo de Regina y una lágrima rodó por su rostro. A la mañana siguiente apenas rayaba el sol ya estaba en pie, no había dormido absolutamente nada. Antes de irse se dirigió a la habitación de la hija y la bendijo colocando el escapulario en su pecho.

—¡Señora, al menos tome desayuno!
—La verdad que no puedo tragar nada Martita. No sé a qué hora voy a regresar, por favor cuídamela
— Sí señora.

Ese viernes por la mañana Minerva tomó su gabardina, una cajetilla de cigarrillos y unas pocas monedas y se dirigió rumbo al bosque. El camino fue largo y extenuante, comenzó a ser frio y un viento empezó a congelarle los ojos y su amputación empezó a dolerle. 
A pocos metros encontró una piedra lo suficientemente grande y se sentó para revisarse la pierna que, al desprenderse ligeramente de la prótesis, se dio cuenta que el paño de la envoltura que cubría su rodilla estaba con pequeñas manchas de sangre. 

De su mochila saca un vendaje nuevo y se limpia la herida, quizás, ocasionada por tanto caminar hasta la cumbre. Aún estaba a mitad de camino cuando el frio se volvía mas intenso y el respirar se volvía más dificultoso; su cerebro comenzaba a notar la falta de oxigenación, lo que le hacía percibir pequeños episodios delirantes 

—¿Mucho cansancio?
—¿Qué haces aquí?
—Calma pollita tienes que comer y te estás deshidratando
—Gabriel tú estás muerto, es imposible que hayas sobrevivido a ese incendio

El hombre se hecha a reír con una risa de liviandad excesivamente estruendosa

—Te diría. Pollita, que me vez aquí porque vine desde el cielo en una nave extraterrestre, pero la verdad es que me ves aquí porque te falta oxígeno en el cerebro y si no comes te desmayas 

La madre angustiada siguió caminando sin oír lo que el delirio le decía en susurro, y sin detenerse, hasta que de repente una enorme serpiente pitón amarilla de ojos rojos salta para atacarla. Minerva cae a un costado del río cuando está a punto de ser mordida, aparece un lobo blanco de ojos azules el cual se cruza por delante para recibir el mordisco. Una vez en tierra el lobo se posiciona por encima de su cabeza mostrando los colmillos, amedrentando a la depredadora

El lobo blanco reclina las orejas hacia tras y en un acto de buena convivencia baja la cabeza para que la mujer la toque, Minerva asustada levanta su mano derecha muy lentamente y al llegar a la frente del animal comienza a emanar una energía azul celeste y una sensación de paz tan inmensa recorre el cuerpo de ambos seres. Entonces ocurre que la niña reconoce a su madre. 

Sobre aquella enorme montaña, los seres que ya no habitan este mundo pueden manifestarse de diferentes formas. Alengüei tomando la forma de una loba blanca, inclina lentamente la cabeza hacia arriba mostrando así unos ojos humanos azules cristalinos; aquellos mismos que la niña recordaba dándose tanto amor. Todo tuvo sentido.

—Hija mía, tu pequeña se salvará. Has llegado hasta aquí enfrentando tus peores miedos, y a tus propios demonios. Cuando bajes tendrás otra perspectiva de la vida. Y habrás conseguido pasar al siguiente nivel 

La voz de su anciana madre la podía oír dentro de ella, como si fuese su propia consciencia reconstruyéndola desde el interior hacía fuera. Cuando Minerva abrió nuevamente los ojos la loba no estaba ahí y buscando con la vista se da cuenta que una cabaña estaba en frente. Había llegado.

Toca la puerta con los nudillos, ésta se abre como si estuviera entreabierta; dentro el calor de una chimenea le recuerda lo frío y crudo que ha sido este viaje, se acerca por instinto y cuando el calorcito empieza a subir por sus pies se va percatando de cada detalle de aquel pequeño y acogedor lugar, muy detalladamente hasta que se encuentra con un pequeño cofrecillo que se apodera de toda su atención. Se dirige entonces muy cauta hasta la mesa en donde se encuentra.

—Te estaba esperando 

La voz de la mujer asusto mucho a la mujer quien de un salto hizo caer el cofre del que salió volando una fotografía. La vieja mujer con un movimiento de dedos atrajo el papel a sus manos y éste fue volando.

—Siéntate, te daré algo de comer para que tu demonio te deje en paz

Minerva sabía de los poderes de una Machi gracias a las historias que le había contado su madre, pero era la primera vez que estaba en presencia de una. 

—¿Cómo puedo ayudar a mi hija? No quiero que se muera y se la lleve ese infeliz 
—Tranquila, el venir aquí ya ha ayudado a tu hija y créeme que ya se recupera, solo hace falta que tú como su madre hagas una sola cosa.




Alengüei Kayún


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