mayo 17, 2020

Pedacito de Luna

Érase una vez, una noche en la que la luna brillaba tanto. Recuerdo que yo había cenado y salido para afuera, a mi guarida, que era un rinconcito entre medio de los arbustos y unas plantas que expelían un aroma riquísimo, en el lugar habían unos maderos y sobre ellos unas telas acuadrillé de celeste con blanco, junto a la pared de un cuarto pequeño que servía para almacenar la leña de todo un año, los troncos que mi padre había ahormado, mas las telas, mas un cojín bien grande de color azul; eran los artilugios perfectos para reposar en un sofá improvisado, y muy cómodo. y poco a poco me fui acurrucando ahí, quedando con la vista al cielo. 

Imaginé tantas cosas, hasta que de pronto empece a sentirme liviano. Me había ensimismado, sentía todo con más sensibilidad: los aromas, los colores, mi respiración, las palpitaciones de mi corazón; podía sentir como la sangre corría por mis venas.. Siempre mirando al cielo, aquella luna maravillosa, que de pronto se movía, y en mi cabeza un sonido: agudo y contaste. La Luna se vía encima de la Tierra a toda velocidad, como si se fuera a estrellar, pero al estar a unos cuantos metros de mi, un trocito se desprendió mientras que el resto volvió a su lugar.

Aquel Pedacito de Luna poco a poco fue tomando forma de la mejor maravilla que Díos había hecho en el mundo: una mujer: su apariencia era mordica; alta, piel blanca, cabellos blancos- Llevaba un vestido de un azul metálico blanco con ciertos detalles en color negro, lleno todo muy brillante- Luego de hacer una venia para saludarme, extendió su mano tocando la mía haciendo que una electricidad corriera por todo mi cuerpo, haciéndome despertar de mi trance al tiempo que ella con los ojos fijos en los míos parecía tomar mi lenguaje para comunicarse, 


— No tengas miedo – sentí su voz dentro de mi mente – no te haré daño
— Hola ¿en qué te puedo servir. Princesa de la Luna
— Necesito recopilar toda la inteligencia del mundo, y necesito de ti para que me ayudes 


Fue entonces que sin haber soltado mi mano ningún minuto, me hizo levantarme de mi acogedor rinconcito, y al hacerlo, me sentí tan liviano como una pluma, ¿y cómo no? si al ponerme en pie, solo mi alma se levantó dejando mi cuerpo reposar plácidamente, como si estuviera dormido. Todo me parecía normal e incuestionable, como si fuese un Pacto de lectura, en dónde todo es posible, pero esta ves en ves de leer  un libro, me sienta como uno de sus personajes. Nos transportabamos dentro de una esfera transparente muy flexible, sin ningún tipo de gravedad, moviéndonos casi a la velocidad de la luz, yo veía solo estelas de colores desde un punto medio hasta que llegábamos a nuestras paradas. Museos, bibliotecas, pirámides, Las Ruinas de Machupichu, Palenque, Teotihuacán, las Biblias del muco. 

Cuando entrabamos a las bibliotecas yo veía como la esfera se desasía, la mujer solo miraba y los libros se alzaban solos, se hojeaban solos, a velocidades inhumanas y al momento de ser devueltos a su lugar, éstos yacían vacíos, puesto que el conocimiento era literalmente absorbido por ese ser. Aquella extraña y enigmática mujer se leía todos los libros de una manera impresionante . Libros más de cuatrocientas páginas y en unos cunados segundos los leía. Sin embargo lo más terrorífico de todo era que a las personas que estaban en aquellos lugares; con solo mirarlos, les sacaba toda la inteligencia, dejándolos en estado vegetal

— ¿No te da lastima dejarlos así?  –  apenas si me salió la voz por la impresión que me llevaba
—  Ellos están siendo transportados a otro lugar importantes para ayudarme, allá los esperan cuerpos mas jóvenes y fuertes. — ¡Vaya! ¿y por qué a mi no me haces nada?
— Tú sirves mucho más de lo que crees, y más que todo ellos, puesto que yo puedo, no solo ver tu mente, si no tu corazón. No escondes nada a pesar de estar horrorizado con lo que acabas de ver. No necesito sustraerte nada, ya que me permites leerte por completo. Ademas tienes la intención de destruirme, por que todo serhumano le teme a lo desconocido, pero tú no lo harás.   Gracias por confiar en mi – dije ahora con la voz más segura 

La aventura duró tres días. Ella podía levitar,, hacerse invisible igual que a mi, la gente no podía entender como los libros eran sacados de sus estantes hojeados y vuelto a sacar, Pero el asombro fue mayor al ver a los científicos, doctores y sabios de todo el mundo vuelto vegetales- Nadie sabía nada, nadie le daba una respuesta solida. 

Hasta que después de mucho tiempo recorrer, volvimos a mi rinconcito de los maderos, mi cuerpo reposaba como durmiendo en aquel cojín azul.: yo volví a sentirme pesado, abrí lentamente los ojos, parpadeando lento, aún la veía frente a mi, toda iluminada y brillante en ese azul tan hermoso. La contemplaba con dulzura, hasta que en mi cabeza se volvió a oír el sonido agudo y constante de la Luna mientras se acercaba. Ella se despidió de mi con un beso, suplicándome que nunca pensara en destruirla

— Jamás te destruiré, mi Bella Dama  ama a todas las civilizaciones que estén bajo tu cargo, a esta gente que dejaste vegetal recuperalos
— Así será  – me dijo – transportaré sus cuerpos a donde te mencioné y vivirán felices en funcionalidad con tu mundo. Reaparecerán otra vez pero más jóvenes. Y contigo voy a ser lo mismo, haré que el tiempo no pase por ti, serás así eternamente. hasta que tu tiempo se cumpla  

De esta forma ella se engancho otra vez a la Luna en un proceso regresivo a como había llegado convirtiéndose en ese Pedacito de Luna que faltaba y la Luna así volvió a su órbita.



 

Relato oral por 
Cruzart Dominguez

 Escrito por
 Alengüei Kayún 

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