— Más a prisa – dice ella sonriendo en verdad feliz
El joven Artemisio así lo hizo acelerando más y más hasta que en el medio del bosque la rueda de la silla saltó por los aires haciendo que tambaleara y su amiga volara cayendo unos cuantos metros, más allá y con el impacto se asustó el joven yendo a verla si se había hecho daño, pero milagrosamente tenía algunos rasguños y le dolía un poco la espalda, así que al ver que estaba bien fue en busca de la rueda y con su maletín de herramientas la ajustaba nuevamente y refuerza las otras con los aditamentos necesarios, de esta forma retomaron por el bosque pero ya más calmados llevándola con toda esa suavidad que lo caracteriza.
— ¿Te sientes bien mi chiquitita?
— Por supuesto que si corazón, tú no te acongojes, ni te acongojes ni te azotes, sigo bien.
Artemiso sigue adelante y en un dado momento la silla se detiene, ella desconoció el motivo, pero no preguntó y su corazón saltó al estar ahora frente a ella le extendió la mano delicadamente y ella le responde haciendo que con su mano derecha la toma de la cintura mientras que con su izquierda la sostiene de la mano y ella sonríe como si fuese un sueño y así se acerca a ella para posar sus labios sobre los de ella y un beso apasionado y sincero ilumina esas dos almas estremeciéndolas,no se sabe si de frío o de placer, pues así el joven Artemiso, fue en busca de leña para hacer una hoguera y proponiéndose quedarse ahí para siempre quedándose profundamente dormidos, no sin antes como dos niños juguetear como dos niños hasta descubrirse alma con alma.
por Alenguei Kayun
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