— Buenas tardes don Samuel
—Buenas –respondí con un poco de desatino y distracción
Y la verdad no me importó lo que pensara Laura al escuchar mi entonación al salir de la oficina en busca de un archivador con el informe mensual. Seguramente me quedó mirando y como la conozco fue con una expresión entre extrañada y triste. ¿Triste? Pues si la verdad yo me quedaría mirando así. El día transcurrió normal: ni muy latero ni muy mecanizado. Mi secretaria, la Laurita, me trajo un néctar de damasco por que el calor era bastante fuerte. Seguí revisando papeles y esas cosas entonces sin querer se cayó una pequeña hoja amarilla que contenía un numero, revise de inmediato al reverso pero no había nombre o dirección. Llame a Laurita pare que me viera el asunto y me trajera noticias y así lo hizo. Mientras que yo en una de mis revisiones me quede de pronto con la mente en blanco.
Me he puesto serio de pronto y muy pensativo comencé a hilar detenidamente cada una de las escenas que veía frente a mí y entonces caí en la cuenta: Mi mujer no me ama ya más ... Por la noche llegue a mi casa, mi mujer durmiendo y mis hijas no llegaban, abrí el refrigerador y habían puros yogurt de colación. Tomo uno me voy a la cama. A la mañana siguiente como a eso de las diez me levante ya que era sábado y en la mesa la encontré al fin, estaba sentada comiendo un pan con una leche; me miró, se levantado y se fue a la ventana
—Hola – le digo con un tono melancólico
—Es inútil ya seguir con esto
—¿De qué hablas?
—Samuel. – hace una pausa – , quiero separarme
— Pero... hablemos ....
Pero por desgracia la conozco y sé que era inútil rogarla por que pareciera que se riera de mi y no tan solo de mi, sino que de todo aquel o aquella que le intenta "rogar" por muy insignificante que sea por lo mismo, cuando se levantó de la ventana la deje ir frente a mi
"¿cuando se está perdido a qué o a quien se debe recurrir?"
Pasaron algunos después de ese sábado y me di cuenta que me fascina la pintura, y el teatro, entonces Laura me averiguó dónde se impartían talleres y de esta forma comienzo mi nueva vida, salia por las noches, me puse un trovador y a decir verdad siempre quise serlo sin embargo estaba el miedo de qué hubiese pensado ella, pero ahora no me importaba nada y junto a Laura y el teatro en cierta forma me encontré conmigo mismo. Entonces supe que el teatro era mi brújula para no perderme de mi o eso creí hasta el momento.
Cuando se cumplieron tres o cuatro meses desde que paso todo lo de mi separación y el descubrimiento de mi nueva faceta, mi secretaria Laurita: la mujer que por tres años fue mi amiga, mi mano derecha, mi paño de lágrimas a parte de ser mi confidente me iba a dejar, se iba a ir para perfeccionarse dejándome destruido nuevamente. Sin saber nada y partiendo de cero, es decir, la relación que formamos, que por lo demás no fue fácil construirla, se estaba a punto de extinguir, comprendí tres cosas:
- Laurita se iría
- El teatro no era mi brújula de orientación de mi mismo
- Me convertí en un malcriado estando siempre con ella
Alengüei
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