abril 05, 2020

Libro 2 , cap 5 Cruzart y Anita Elizabet Part 1

Aldama, septiembre 1975


— Buenas tardes joven –  el mayordomo le abrió la reja.

            Era una mansión preciosa de hermosos jardines y pequeñas plazuelas.

— Míster Clark lo espera en su despacho, por favor sígame.

            El muchacho así lo hizo; lo siguió tras sus pasos contemplando todo con el ojo que podía ver y así entraron a la mansión por unos pasillos hasta el despacho de Míster Clark. El mayordomo tocó la puerta.

—¡Adelante! – dice la voz.

            La puerta se abre y y el muchacho entra.

— Pasa chico, toma asiento –  hombre mayor, robusto, de aspecto bonachón que bordeaba los sesenta años 
— Gracias señor 
— ¿Eres Cruzart Dombra, verdad?
— Si Señor
—¿Edad? –  Míster Clark revisaba sus papeles
— Veinticuatro, Señor
— Muy bien, veinticuatro  –  Míster Clark confirma  –  perfecto  –  se pone de pie  – Sígame chico, es por aquí 

               
    En una pequeña habitación iluminada de color rosa, yace una niña de unos dieseis años sentada en una silla junto a la ventana. Llevaba un vestido rosado con lunares pálidos en tonos celestes y unos zapatitos blancos pequeños

— Anita, mi amor, te presento a Cruzart Dombra. Tu nuevo entrenador

                   La muchacha algo molesta iba a pronunciar algo pero al levantar la vista  se ruborizó mostrando una leve sonrisa tímida

—Buenas tardes  te voy a enseñar muchas piruetas ¿te parece?

            Anita Elizabeth sonrió haciendo el ademan de ponerse en pie pero como no pudo, sus ojitos se le llenaron de lágrimas. El muchacho se le acercó muy lentamente y le pidió con el gesto de estirar la mano que lo acompañara y ella accedió. Tomándola de la cintura  la eleva unos cuantos centímetros sobre el suelo para hacerle coincidir sus piececitos con los de él, frente a frente y delante del papá Cruzart hizo caminar figuradamente a la niña.  Míster Clark al ver tal acción de bondad su rostro se empezó a humedecer.

             Al siguiente día él vuelve a ir y la muchacha está esperándolo en el jardín muy bonita, sentada en su silla de ruedas

— Buenos días – Cruzart la saluda con un dulce beso en la mejilla 
— Hola  ¿que tal? Buenos días  –  la niña algo pálida y ojerosa de cabello rubio y ojitos verdes, le sonrió levente 
—¿Lista? –  le dice el muchacho sonriendo 
—¡Ajam! 
— Ok vamos, ah pero antes una cosa, Cruzart es muy formal, tú llámame Cuty
— Cu - ty
— Así es
—Suena como un gatito


Esta vez van a un parque  que hay un poco más allá y mientras van avanzando él le indica cómo poner la posición de las manos manos, ya que la muchacha tiene  fuerza ella lo escucha atenta mientras avanzan lado a lado. el aire era fresco y se podía oler el aroma a roble 

—¿Has manejado vehículos alguna ves?
—No nunca – ella lo mira con sus ojitos brillantes al escuchar eso
—Pues yo te voy a enseñar, tú tienes fuerza en las manos, te voy a enseñar a manejar la silla en dos ruedas 
—¿Tú sabes hacerlo?
—Claro, mira bien 

Dicho esto Cuty la acerca a una banca la toma en brazos a esa menudita niña de diesis que por primera vez en su vida sintió ganas de vivir. Se aferro suave al cuello del muchacho y acercando su nariz a su cuello, ya no quería soltarse. Mientras que Cuty daba algunos pasos desde la silla a  la banca y la sentó dulcemente. 

— Estas cómoda? – le dice él con los brazitos de la muchacha aún rodeando el cuello
— ¡Ay, perdón Cuty! – la niña se sonroja al darse cuenta de que ya no era necesario seguir rodeandole  el cuello, pero era inevitable dejar de hacerlo.

Ya una vez sentada él ocupa la silla y empieza a demostrarle las técnicas de manejo: hacia tras, hacia delante, levantando las dos ruedas delanteras más chiquitas quedando así en las dos ruedas traseras dando vueltas, haciendo giros. Todo esto mientras ella lo miraba con admiración con sus ojitos brillantes.

—¡Wow! ¿cómo lo haces?
—Esto es lo que vas a prender. podrás subir las escaleras de tu casa si tu quieres
—¿Tú lo harías?
— Si, si tú quieres, cuando nos regresemos hago el intento para que veas cómo se hace

Ella lo miraba en serio maravilla, era la primera vez que sentía una motivación por la cual seguir luchando, ahora más que las propias clases la motivación era su entrenador, pero Cuty no podía saberlo, ¿o quizás que iría a pensar si supiera? No sería correcto


— ¿Que estas pensando criatura? –  al decir esto el muchacho se acerca sentado en la silla y se incorpora un poco hacia delante tocando sutilmente la barbilla de la jovencita con su suave mano 

La muchacha se sonrojó y bajó la mirada

—Na.. nada, no te preocupes –  mintió sin mirarlo –  Tengo calor 
—¿Te gustaría un helado? 
— Si, ¡por favor! 

Camino a la mansión comiendo su helado, iba Anita Elizabeth muy contenta por que por primera vez  que se sentía tan a gusto con aquel muchacho. Cuando llegaron a la casa éste la sentó en el sillón que había y entonces él se vuelve a subir a la silla para demostrarle que si se puede subir las escaleras poco a poco con las dos yantas traseras y luego vuelve abajar dejando a la muchacha admirada al ver como le hace. y así después de la demostración se quedaron sentados conversando un rato y luego él se fue, ya que vivía lejos y temía que se hiciera más noche.  Cuando llegaron sus padres del trabajo  Anita Elizabeth les contó lo sucedido

—¡Pero cómo es eso posible Anita por Dios! 
—¡Fue increíble mamá! Lo vi subir y bajar por la escala con la silla y me dijo las posición de las manos y la técnica, y la fuerza ¡Y que yo también lo podía hacer!
—¡Vaya, pero cómo si él no ve! –  exclama el papá asombrado
—Cariño, si puede ver con el ojo derecho 












por Cuty y Alengüei 









abril 01, 2020

Libro 2 Cap 1 Bienvenida a la realidad

 Puerto Montt, Diciembre 1973 


Toda mujer que llegaba a este lugar lo hacía por necesidad, jamás por gusto, aunque dentro no se pasaba mal. La Casona clandestina era perfecta en todos los sentidos: ocupaba un lugar importante en el pueblo, servía de hostería para los viajeros, daba trabajo y hogar a esas mujeres que luchan por sobrevivir.

Aquella mañana por fin llegaron a Puerto Montt hacia mucho frío y aún así era precioso el paisaje: se podía respirar aire puro, esa tierra húmeda, el rocío, realmente fascinante.
Después de un café y un cigarro, se despidió de aquel hombre cuyos ojos mostraban una soledad abrumadora, presentía que no lo volvería a ver nunca más

No tenía ni la más mínima idea de adónde iba, lo importante era no pensar demasiado...

Pamela:
       Tengo tus cosas Mine, anoche te vi saltando por la ventana, ¿Donde diablo estas?


Guardó el móvil sin siquiera responder, por alguna razón la amistad con ella se había quebrantado, habían crecido, y tomaron distintos caminos, más eran como hermanas y ambas sabían que se tenían que volver a ver...   Tenía hambre y buscando un lugar para comer, vio un letrero solicitando  "Señorita de buena presencia, entre 20 a 35 "   Sabía perfectamente que lugar era aquel antro, pero no tenia donde quedarse, tenia ira en su corazón, impotencia por lo de Jack y aún más por lo de Miguel, no tenía nada que perder por lo que muy decidida entró.

— Buenas noches

Todas las niñas voltearon con ojos curios a la nueva voz que venía llegando, y al encontrarse con una mujer de aproximadamente metro sesenta, cabello castaño claro, crespo, y ojos color miel; algunas le fueron indiferentes, otras las miraban con desprecio y otras sonrieron... Una mujer ya mayor, salio desde el fondo, caminando con un vestido muy elegante color rojo con lunares negros, llevaba consigo una pipa y se dirigió ante Minerva.

— Vengo por el trabajo  – su voz le salió un tanto ronca y muy llamativa, la mujer la observaba muy detenidamente con la pipa en la boca echaba bocanadas de humo mientras la rodeaba en circulo.
— ¿Eres consciente de lo que se hace aquí?
— Por supuesto
— ¿Qué te pasó en la pierna?
—  Un accidente Madame – la mujer torció la sonrisa altiva al darse cuenta que la mujer sabía con quien hablaba
—  ¿Cómo te llamas?
—  Soy Minerva
—  ¿Y tu edad?
—  A tres meses de cumplir diecinueve Madame
—  ¿Te incomoda usar minifalda?
—  No Señora
—  Perfecto, estas un mes a prueba, luego de eso veremos, sígueme   –   la Señora se retiro muy segura de sus pasos aprovechando de mirar muy fijamente a Susana

Las niñas murmuraban por lo bajo y Minerva siguió aquel vestido rojo de lunares negros por un pasillo de 6 puertas a cada lado, todas de madrera, todas cerradas.

— Por aquí –  le sugería la mujer mientras avanzaba hasta llegar a una habitación enumerada #203 , la mujer abrió con una pequeña llave la puerta: la habitación era compacta, sobria, ordenada y limpi–  Este va ser tu cuarto y tu lugar de trabajo, tienes un closet, una mesa una silla, un pequeño baño y por supuesto que cama y velador

No era muy diferente del internado, salvo que las habitaciones son para una sola niña

– Eres libre de hacer lo que plazcas durante el día. más debes llegar a las ocho de la noche que es la hora que abrimos, de lunes a viernes. Se te pagará bien si trabajas bien.
– Si Señora
– Magnifico, tienes cara de hambre y algo flacucha. Ven, te mostrare el comedor para que comas y conozcas a las demás.


Después de comer algo fue a su cuarto a dejar sus cosas y volvió a mirar su móvil : siete llamadas perdidas de Pamela y poniendo mueca de desagrado decide salir a tomar un poco de aire caminando en dirección a un parque no muy lejos de su nuevo trabajo, el móvil esta marcando

— ¿Dónde estás?  –  ni siquiera tuvo tiempo de decir aló cuando Pamela muy desesperada la interroga
— En Puerto Montt
— ¿Tan lejos, Minerva, pero por qué?
— Decidí huir de todo, ya no daba más...
— Eres una cobarde
— Lo sé
— Eres una loca
— Si ya lo sabía
— Mine por favor, reacciona, te has sentido mal, mareos, náuseas, y dos veces te desmayaste
— Ya lo sé Pame por la cresta,  –  aúlla perdiendo los estribos  –  pero entiende que ya nada se puede hacer, yo quiero tener este hijo sola, entiende por favor....

Hubo silencio del otro lado de la línea, el viento soplaba fuerte y con él le trajo a Minerva el aroma inconfundible Miguel

—¿Cuando te envió tus cosas?  – Pamela resignada murmuró
— Quedatelas, te las regalo.
— Pero tu caja....

Minerva corto la llamada antes que se pudiera oír algo más, de su bolsillo sacó su cigarrera y en el momento de encender el pitillo, hace una risa ironia.

"acabo de decirle que te quiero tener y casi te mato con este cigarrito"

El silencio se volvió presente  y una voz desde lo más profundo de su conciencia se escuchó...


... — ¿Así que ahora trabaja la señorita?—No tengo dinero
...— ¿Y con minifalda?—No tengo otra opción
.... —Si tu Gabriel te viera....

Minerva se quebró pero no dijo nada.

...— Todo es posible...— ¿Tan posible como que un enviado oscuro me hablara en mi mente?
... Una risa maquiavélica retumbo en los oídos de la joven  — Ese es un buen apodo Señorita—Ya déjame en paz Miguel
...—Me temo que es imposible mi querida ... 


Esa noche, y luego de caminar para despejar su mente, Minerva volvió a las ocho de la noche, y en la puerta una mujer.

— Pasa por favor, me llamo Abril, mucho gusto  –  al extender la mano tenía una pulsera con una chinita de plata

Al entrar, Minerva observó con mas atención todo el lugar

— ¿Fumas? –  le dice ofreciéndole un cigarro
— No gracias, eso era antes ,,,

Abril no dijo nada y lo guardó. Eran alrededor de diez mujeres todas entre veinte y treinta y cinco años , todas hermosas.



— Las quiero a todas listas en media hora señoritas  –  dice la Patrona con un vestido negro de encajes, precioso  –  a moverse, a moverse, ¡que comience la noche!







Alengüei Kayun