Puerto Montt, Diciembre 1973
Toda mujer que llegaba a este lugar lo hacía por necesidad, jamás por gusto, aunque dentro no se pasaba mal. La Casona clandestina era perfecta en todos los sentidos: ocupaba un lugar importante en el pueblo, servía de hostería para los viajeros, daba trabajo y hogar a esas mujeres que luchan por sobrevivir.
Aquella mañana por fin llegaron a Puerto Montt hacia mucho frío y aún así era precioso el paisaje: se podía respirar aire puro, esa tierra húmeda, el rocío, realmente fascinante.
Después de un café y un cigarro, se despidió de aquel hombre cuyos ojos mostraban una soledad abrumadora, presentía que no lo volvería a ver nunca más
No tenía ni la más mínima idea de adónde iba, lo importante era no pensar demasiado...
Pamela:
Tengo tus cosas Mine, anoche te vi saltando por la ventana, ¿Donde diablo estas?
Guardó el móvil sin siquiera responder, por alguna razón la amistad con ella se había quebrantado, habían crecido, y tomaron distintos caminos, más eran como hermanas y ambas sabían que se tenían que volver a ver... Tenía hambre y buscando un lugar para comer, vio un letrero solicitando "Señorita de buena presencia, entre 20 a 35 " Sabía perfectamente que lugar era aquel antro, pero no tenia donde quedarse, tenia ira en su corazón, impotencia por lo de Jack y aún más por lo de Miguel, no tenía nada que perder por lo que muy decidida entró.
— Buenas noches
Todas las niñas voltearon con ojos curios a la nueva voz que venía llegando, y al encontrarse con una mujer de aproximadamente metro sesenta, cabello castaño claro, crespo, y ojos color miel; algunas le fueron indiferentes, otras las miraban con desprecio y otras sonrieron... Una mujer ya mayor, salio desde el fondo, caminando con un vestido muy elegante color rojo con lunares negros, llevaba consigo una pipa y se dirigió ante Minerva.
— Vengo por el trabajo – su voz le salió un tanto ronca y muy llamativa, la mujer la observaba muy detenidamente con la pipa en la boca echaba bocanadas de humo mientras la rodeaba en circulo.
— ¿Eres consciente de lo que se hace aquí?
— Por supuesto
— ¿Qué te pasó en la pierna?
— Un accidente Madame – la mujer torció la sonrisa altiva al darse cuenta que la mujer sabía con quien hablaba
— ¿Cómo te llamas?
— Soy Minerva
— ¿Y tu edad?
— A tres meses de cumplir diecinueve Madame
— ¿Te incomoda usar minifalda?
— No Señora
— Perfecto, estas un mes a prueba, luego de eso veremos, sígueme – la Señora se retiro muy segura de sus pasos aprovechando de mirar muy fijamente a Susana
Las niñas murmuraban por lo bajo y Minerva siguió aquel vestido rojo de lunares negros por un pasillo de 6 puertas a cada lado, todas de madrera, todas cerradas.
— Por aquí – le sugería la mujer mientras avanzaba hasta llegar a una habitación enumerada #203 , la mujer abrió con una pequeña llave la puerta: la habitación era compacta, sobria, ordenada y limpia – Este va ser tu cuarto y tu lugar de trabajo, tienes un closet, una mesa una silla, un pequeño baño y por supuesto que cama y velador
No era muy diferente del internado, salvo que las habitaciones son para una sola niña
– Eres libre de hacer lo que plazcas durante el día. más debes llegar a las ocho de la noche que es la hora que abrimos, de lunes a viernes. Se te pagará bien si trabajas bien.
– Si Señora
– Magnifico, tienes cara de hambre y algo flacucha. Ven, te mostrare el comedor para que comas y conozcas a las demás.
Después de comer algo fue a su cuarto a dejar sus cosas y volvió a mirar su móvil : siete llamadas perdidas de Pamela y poniendo mueca de desagrado decide salir a tomar un poco de aire caminando en dirección a un parque no muy lejos de su nuevo trabajo, el móvil esta marcando
— ¿Dónde estás? – ni siquiera tuvo tiempo de decir aló cuando Pamela muy desesperada la interroga
— En Puerto Montt
— ¿Tan lejos, Minerva, pero por qué?
— Decidí huir de todo, ya no daba más...
— Eres una cobarde
— Lo sé
— Eres una loca
— Si ya lo sabía
— Mine por favor, reacciona, te has sentido mal, mareos, náuseas, y dos veces te desmayaste
— Ya lo sé Pame por la cresta, – aúlla perdiendo los estribos – pero entiende que ya nada se puede hacer, yo quiero tener este hijo sola, entiende por favor....
Hubo silencio del otro lado de la línea, el viento soplaba fuerte y con él le trajo a Minerva el aroma inconfundible Miguel
—¿Cuando te envió tus cosas? – Pamela resignada murmuró
— Quedatelas, te las regalo.
— Pero tu caja....
Minerva corto la llamada antes que se pudiera oír algo más, de su bolsillo sacó su cigarrera y en el momento de encender el pitillo, hace una risa ironia.
"acabo de decirle que te quiero tener y casi te mato con este cigarrito"
El silencio se volvió presente y una voz desde lo más profundo de su conciencia se escuchó...
... — ¿Así que ahora trabaja la señorita?—No tengo dinero
...— ¿Y con minifalda?—No tengo otra opción
.... —Si tu Gabriel te viera....
Minerva se quebró pero no dijo nada.
...— Todo es posible...— ¿Tan posible como que un enviado oscuro me hablara en mi mente?
... Una risa maquiavélica retumbo en los oídos de la joven — Ese es un buen apodo Señorita—Ya déjame en paz Miguel
...—Me temo que es imposible mi querida ...
Esa noche, y luego de caminar para despejar su mente, Minerva volvió a las ocho de la noche, y en la puerta una mujer.
— Pasa por favor, me llamo Abril, mucho gusto – al extender la mano tenía una pulsera con una chinita de plata
Al entrar, Minerva observó con mas atención todo el lugar
— ¿Fumas? – le dice ofreciéndole un cigarro
— No gracias, eso era antes ,,,
Abril no dijo nada y lo guardó. Eran alrededor de diez mujeres todas entre veinte y treinta y cinco años , todas hermosas.
— Las quiero a todas listas en media hora señoritas – dice la Patrona con un vestido negro de encajes, precioso – a moverse, a moverse, ¡que comience la noche!
Alengüei Kayun
1 comentario:
Porfavor Minerva continúa con la historia.
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